Una ensenada de colinas verdes, relieves dantescos y abismos plegados descienden desde las Sierras de Managua hasta la costa fangosa del Xolotlán, Managua está en ese epicentro fulminante, extendida en una llanura cálida, y en su vida accidentada de ciudad, las condiciones para liberarse del tedioso tráfico y la saturación de usuarios en el servicio de transporte urbano son escasas, aunque la bicicleta, tradicional en zonas rurales retoma auge en la capital, entre vías diseñadas exclusivamente para vehículos.
Bicicletada Managua, el movimiento esférico que reclama un espacio adecuado entre las calles de la ciudad, reta a la intolerancia de conductores que están en contra de andar en bici y proclaman en colectivo sus beneficios, la felicidad de pedalear como entretenimiento y actividad de relajación frente al desorden, la inseguridad y la contaminación de la ciudad, o una alternativa al estresante sistema de transporte colectivo, sin embargo, las ciclovías, las carreteras para que ciclistas se muevan sin sortear los peligros de ser arrollados, en Managua son promesas fantasmas, lejos de una planificación urbanística simple y moderna.
Según El Nuevo Diario, la Alcaldía de Managua, construyó una ciclovía en la Pista alterna a Sabana Grande, y su Plan de Inversión está planeada otra ciclovía en el Paseo Xolotlán, sin embargo, estimaciones señalan no es equitativo, comparado con el kilómetraje de pistas exclusivas para vehículos.
En 2015, el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), junto a la comuna capitalina, se comprometieron a invertir 2.8 millones de dólares en el diseño de vías para bicicletas, sin embargo a la fecha, no hay indicios que validen el convenio.
El diario digital Confidencial cita la historia de un profesor de emprendimiento de la Universidad Centroamericana, Ricardo Amador, quien usa bicicleta para no contribuir a la contaminación ambiental, además de identificarse con modelos amigables con el planeta.
Los tarantines de dos ruedas liberan emociones, ligeras y peligrosas, cautelosas cuando zigzagean entre los pesos pesados de las carreretas, pero, la afición es deporte y pasión para ciclistas que rompen el límite de la ciudad y acampan en los floridos bosques tropicales del pacífico. En esta cohesión Managua no está en sintonía.
El desperdicio de arboledas y colinas, de planadas sobre el Lago Xolotlán, contraste con el asfalto grosero y sintético, son paisajes inertes, que están el letargo, a espera de proyectos, como ciclovías, un derecho y una reivindicación de espacios urbanos sostenibles.
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