Hazaña. Se repite después de 500 años y otra vez son extranjeros los que lo logran.
Sam Cossman, explorador de National Geographic y otros dos exploradores internacionales, completaron el descenso al lago de lava del volcán Masaya. Pero en 1538, el fray español, Blass del Castillo fue el primer extranjero en bajar, sin protección, ni tecnología y de la manera más rústica al coloso de Nicaragua.
“Verdaderamente esta es la boca del infierno”, publicó en su cuenta de Facebook Thomas O`brein, uno de los acompañantes de Cossman, luego de permanecer más de 7 horas junto al lago de lava. En La foto 360 grados publicada por O`brein se muestra todo un campamento instalado en las entrañas del volcán Masaya. Después de casi una semana planeando el descenso los exploradores internacionales lo lograron. Para dicha o desilusión de ellos, hace más de 500 años fray Blass ya lo había hecho.
EL DESCENSO AL VOLCÁN MASAYA
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Era quizá hasta el 9 de agosto del 2016, la hazaña más interesante que se formó alrededor de un volcán Nicaragüense. El 13 de abril de 1538 Fray Blass del Castillo caminó dentro del cráter del volcán Masaya. El científico Incer Barquero recoge el relato del cronista Gonzalo Fernández de Oviedo, quien resalta la avaricia del Fray español que se introdujo en la garganta del volcán solo para tomar una muestra de lava pensando que era oro líquido.
Durante la proeza, fray Blass no contaba con ninguna asistencia técnica y tecnológica, solamente una cruz de madera y un martillo. La cruz era para ahuyentar los supuestos demonios dentro del volcán. Sin embargo, las personas que sabían de la arriesgada travesía estaban seguras de que fray Blass necesitaría más que solo una cruz para soportar el calor y los gases sofocantes.
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El fray fue bajado en una gran canasta, con la ayuda de otros 3 españoles e indígenas de Monimbó. Iba vestido con su sotana, un casco de hierro y encima un sombrero de palma, además de una calabaza para tomar agua y la ya mencionada cruz de palo. Tres horas estuvo fray Blass en la profundidad del cráter martillando las costras brillantes. Luego los indios empezaron a irse creyendo que el fray había muerto, lo que indujo en los españoles miedo por lo que subieron el cesto. Al subir y confirmar que seguía vivo, los españoles lo recibieron con muchas preguntas. Entre las cosas que aclaró a sus compartes, estaba la noticia de que el metal derretido resultaba ser supuesta plata y no oro, además que no hace tanto calor y sofocamiento en las profundidades como se creía.
Fray Blass lo intentó tres veces más hasta que el gobernador de Nicaragua Rodrigo de Contreras se lo prohibió al ver que la muestra tomada no era ni oro ni plata sino piedra quemada, un fracaso.
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